capítulo III - bar

los años a veces, cuando pasan muy rápido no parecen haber significado nada, y los hay de aquellos que parecieran lentos y dolorosos, sobretodo cuando en el futuro aguardan sucesos maravillosos, importantes... en mi caso, siempre y de alguna forma, imaginé reencontrame con ludmila y hacerla mi esposa, mantenía un permanente rechazo por establecerme o comprometerme con alguien más, instintivamente evitaba crear lazos de alianza con una mujer, eso no ocurrió nunca, ludmila me marcó, y todo eso resultó una contradicción grande, un conflicto, porque yo quería ser egoísta, sabía que ella debería de rehacer su vida, tenía todo el derecho a buscar su felicidad y no quería obligarla a esperar años a nuestras metas, que mas bien decíamos sueños por la naturaleza intocable de su realización, pero deseaba con toda mi alma que volviera a mi.

había transcurrido un tiempo largo luego de aquella primera cartaque le envié, llegaron muchas otras, se perdieron otras tantas, y otras, fueron escritas y jamás enviadas... yo vivía solo, en un apartamento modesto que apenas podía pagar, estudiando cine, trabajé muy duro para mantener los estudios; sin embargo, antes de poder establecer los contactos con las productoras, estuve viviendo en un bosque hermoso de la serranía peruana, en donde las montañas cubiertas de un verde brillante, develaban a sus espaldas, el cielo más puramente azul que alguna vez conocí, y las noches, las estrellas, los arcoiris, las flores, los días enteros de lluvia, quizás no me dieron tanta tranquilidad, como sí lo hizo la luna y su luz para leer las cartas de mi familia, mis libros, etcétera

fue un auto aislamiento de profundas intenciones literarias y recuerdo del tiempo que estuve ahí, que fueron muchos meses, aprendí que el silencio logra apaciguar las intranquilidades, y con su esplendor irradia absoluta tranquilidad... nada, es decir, nada, un completo aburrimiento y absolutamente nada. el silencio representa la exclusión del todo, la inamovilidad, la estática, y yo que había superado ese temor a la sociedad, me había vuelto iperactivo en la ciudad, me acostumbré al contacto con las neurosis y las manías de la sociedad moderna; en resumen, creo que necesito estar paranóico de las calles, consecuentemente a mi discurso politico sobre la progresión de la vida y los países, sin riesgos no hay cuentas por cobrar o qué pagar.

el bosque es un lugar sosegado, me encanta, pero es un refugio al que aisitir debe acompañarle el sentido de aventura, de escapatoria, como un último recurso de vida, el retroceso final, para residir en la quietud de sus paisajes, tan hermosos y tan inspiradores, por eso creo que algún día habré de terminar mis días en él, como una predicción, y que por el momento le debo que me halla clarificado lo que debo buscar, no el silencio, sino la expresión de las distintas voces internas de un guión para cine, y por mucho que me duela no me ha inspirado en absoluto este nuevo silencio que tan solo interrumpen ironías.

decidiendo por ello, cambiar la casa de madera y los caminos de piedra nevada, por un apartamento de quinto piso, en un edificio al lado de un bar.

las ideas llegan tan inpuntuales como la felicidad.


siempre hay eso de los comentarios para uno mismo, marcio no deja de hablarse haciendo gestos contra un alguien imaginario a su lado, que en cierta forma representa su interlocutor perfecto, alguien que le entienda en su sarcástico modo de ver las cosas, pudiera ser él mismo o su otra mitad en quién piensa diariamente, pudiera ser su manera de trabajar sus ideas, haciendo una autocrítica de sus propias meditaciones.

en esa barra de cantina surrealista, tiene muy presente su frustración.

- uno más...

cada quinze minutos, un vaso de cogñac que apura en beber, tratando de adquirir las facultades creativas propias de su adolescencia.

- a donde nos hemos ido? - pensó, tratando de contener las lágrimas, toma de su vaso de cogñac, apura nuevamente terminar con todo eso.

marcio contiene las lágrimas, pero esas lágrimas no representan cobardía o miedo por transitar en rumbos desconocidos, por el contrario él toma fuerza de sus tristezas, perdiendo temor a todo aquello que signifique adverso, lo hace con tal de aprender de cada suceso, piensa enfrentar los retos a venir, porque sabe que en su ambición de lograr sus proyectos, los peldaños que habrá de subir con seguridad contendrán más pesares y dificultades; nunca ha sido optimista, pero ha permanecido en el rubro de personas que, al fin, enfrentan las consecuencias de sus actos con todo y sus equivocaciones, tras evadir la sociedad internado en un bosque durante meses, no ha podido terminar de escribir el guión para su proyecto de realización o darle atención a las clases finales de redacción para cinematografía en la escuela de cine... está muy ausente de su trabajo y no lo aborda como antes esa secuencia de pensamientos concretos para estructurar historias increíbles qué llevar a la pantalla, todavía sin sentirse guionista, cree haber perdido la pasión por la vida, la alegría que enmarca su creatividad parece lejana, ya que en instantes divaga un poco sobre sus vivencias recientes fuera de la urbanidad, en cómo la falta de dinero convierte al pobre en un discapacitado para ser feliz, ya lo había pensado antes, la felicidad es un privilegio, pero al mismo tiempo el amor permite romper con las barreras de lo establecido, para demostrar en las historias, que el color del riesgo se ciñe sobre los nombres de los amantes, no hay nada más claro, el amor vence todo, incluso esas dificultades que se obtienen del aislamiento temporal al cual se han sometido marcio y ludmila... porque su amor es distinguido, y porque en perspectiva, podrán dejarse ir, pero nunca verán en otras personas lo que vieron el uno en el otro, su existencia y su esencia, ellos, son las mitades de una misma alma.

estos segundos, en la mente de marcio hay un principio creciente, un prólogo, viene a su mente la imagen idónea de felicidad, que representa una vida conyugal al lado de ludmila, pérdida en su propio silencio por mucho tiempo ya, ludmila que no responde cartas, pero por quién sería capaz de todo; extrañamente, al escuchar una vieja canción de the ventures, siente haber vivido ese cuadro anteriormente, ahí sentado a la barra del bar, en medio de tribulaciones y preocupaciones, la palabra deja vu viene a su cabeza con la imagen de una mujer que lo hizo muy feliz, y como recreando una atmósfera apropiada para iniciar la escritura, abre su maletín y extrae un cuaderno negro en el cual abundan desordenadas ideas y recortes... al mismo tiempo bebe un gran sorbo de cogñac.

- "lo que haría antes de morir"... buen título para un cortometraje, en fin...

1. "asaltar un banco" - creo que sí sería capaz de hacerlo, así no perdería la espontáneidad y demostraría que éste puede llegar a ser tanto un acto de necesidad como un acto de amor... lo haría para llegar a ella, qué locura... traicionaría a mis propios amigos?

pide más cogñac haciendo señas al hombre de la barra, mirando una vieja fotografía, marcio inicia un monólogo al mismo tiempo que escribe, el barman le observa con curiosidad e interés, como queriendo preguntarle algo y prefiriendo callar, lo escucha.

- tantas cosas que quiero hacer, y algunas son imposibles, sabes?
quisiera poder sentirme menos viejo, al mismo tiempo me siento feliz por llegar a serlo, y en paz de lo vivido; como que no tuviera que ennumerar nada por hacer, y como si esta vejez significase el ver atrás y pensar que lo experimentado, me dió un aprendizaje valioso en el amor, sabes?, ludmila decía que de alguna forma siempre nos encontraremos solos en el mundo, yo opino igual, pero, vaya que soledad la que vivimos juntos! sabes viejo? para que me entiendas, habría de explicarte sobre las charlas larguísimas en las escaleras de su casa, los paseos por el cementerio, las canciones, las películas, los abrazos, incluso las etapas más difíciles; sus poemas... oh! dios santo, sus poemas...!! cada cosa que me dijo, respecto al amor, fue un dolor más que calmó en mí, sabes? yo tan sólo por ella sería capaz de asaltar un banco - dijo y bebió el cogñac ante la mirada sonriente del hombre...

pero de repente, marcio comienza a llorar, y el barman entonces arroja una mirada compasiva, queriendo decir algo y prefiriendo callar, lo escucha...

- no, no pienses mal, viejo... estoy llorando de alegría... porque ahora, sí estoy seguro que esta emoción desconocida es la felicidad... y no será sólo por hoy.