capítulo I - las cartas de él

amada ludmila:

te remito estas melancolías de profundo amor que en cada rincón que escribo, te siento y te percibo, es un misterio, el trabajo que realizamos los escritores se manifiesta reconfortante, por la sensación permanente de compañía y al mismo tiempo la usencia de tu luz cuando llega hasta mis ojos, tanto que me ciega, extraño hasta sentirme triste; mi ludmila, toda esa verdad de nuestras almas, ilusas y solitarias, vienen de tus respuestas finalmente, y aún en tu silencio, calman el dolor absolutamente hasta hacerme creer que estoy muerto.

te escribo desde un lejano bosque en que me he refugiado para escribir, corregir y reinventar mi vida en el cine, estoy descansando grandemente de todo el vértigo de las ciudades, sentado en piedras y maderas del bosque nevado, de esta naturaleza que me observa sin juzgar mi pasado y mis errores, sin ojos desconfiados al rededor, estoy dejando flores a las tumbas de los años.

esta primera carta es muy significativa para mí, mi amada, representa el recordar nuestra promesa, la cual hicimos mucho antes de saber que nos alejaríamos, por eso, es una carta triste y alegre, alguna vez fuimos de diferente manera?... carta que no espera respuesta, que a la vez llena el vacío de estos días sin dormir bien; las noches del bosque son muy cortas, pero sin pesadillas, frías, pero estrelladas, a veces lluviosas, es todo muy hermoso, la luna, los árboles guardianes de todo, es muy hermoso todo excepto el vivir sin tí, por momentos me dejo abatir por unas viejas lágrimas que entibian mi rostro, tan sólo me animan tus recuerdos, en ellos me recuesto casualmente queriendo dormir y estar despierto al mismo tiempo para disfrutarlos, eso también siempre fuimos, una constante duda, si aquello que vivimos fue real o parte de nuestra ocura que nos hizo inventarnos; casualmente estoy escribiéndote estas líneas en madrugada, al borde del día y la noche, tú y yo también estuvimos siempre en los límites del sueño y la realidad, recuerda siempre.

y yo, recordándote eternamente, me despido con un fuerte abrazo, que te llene de calor y alegría...

Marcio